Reinaba
el silencio por aquellas verdes laderas
las
gaviotas planeaban elegantemente en coro
sobre
mi cabeza a ras, solo se escuchaba el trinar de los pájaros.
Me
encontraba a mi misma, más no quería pensar en nada
solo
tenía una cosa en mente y la naturaleza era mi compañera
en
ésos instantes de soledad, la abrazaba con fuerza
porque
ella y mis musas, nos entendíamos bien
La
brisa fresca acariaba mi rostro como un pañuelo de seda.
Mis
cabellos rizados los mecía el viento
sentada
y apoyada en un fuerte roble
cerraba
mis ojos verdes, me hallé con el firmamento
La
tarde se tornaba oscura, miré hacia lo alto
me
encontré con un cielo cuajado de estrellas
¡Qué
hermoso, qué bello!, ¡Me dije para mi misma!.
Me
centré por unos instantes, escuché sus voces.
Hablé
con ellos unos instantes, me sentí reconfortada.
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